martes, 17 de noviembre de 2015





      Mis experiencias con la naturaleza:


Ahora que convivido más con la naturaleza me e dado cuenta de lo hermosa que es, pero sobre todo me di cuenta de tantos lugares hermosos que a veces desconocemos y tenemos tan cerca de nosotros.



CONTINUACIÓN 



Hay lugares en las ciudades que si ponemos un poco de atención y los observamos sin pensar en los problemas cotidianos, nos podremos dar cuenta que nos sonríen y nos guiñan un ojo, como coqueteando con nosotros y sin apenas darnos cuenta, quedamos prendados sin remedio. Así de coquetas son muchas ciudades de este hermoso país nuestro. - G.P







Cuantas cosas ocurren a lo largo del tiempo en un lugar como el nuestro. Me la imagino como una enredadera que crece en alguna pared, con ramas gruesas que son las generaciones pasadas, con las hojas que ya no están y algunas nacen con la ilusión de la vida misma, vestidas de esperanza y alegría. Ahí prevalece el testimonio de quienes construyeron esa pared y sembraron esa planta que por casi quinientos años le han dado sentido a este rincón de un país grandiosos, pero con muchos pendientes con su gente. Lo mejor es que aún tiene mucho que dar y ofrecer a quienes vendrá mañana y serán hojas nuevas. Añoro el pasado, pero respeto el presente y conversó la esperanza de un mejor porvenir. 

Ocurre que también viajando se encuentra uno la contraparte de aquellos personajes que deciden hacer raíces y se olvidan de desplazarse y moverse a donde la vida los lleva. Aunque sueño siempre con viajar, el destino se afana en darle fuerza al gusto por nuestra tierra y nos ata a ella. Así me encontré un maravilloso árbol que es custodio de una misión y además de poseer un tronco sólido, grande y un enorme follaje, tiene una raíz que hace pensar en que no podría tener otro destino que no sea el de cuidar y embellecer una de esas obras que honran tanto nuestra Sierra Gorda. No me deja de sorprender, que con esa fijeza al suelo.

Somos seres llenos de emociones y sentimientos. Supongo que cada persona tenemos márgenes amplios o reducidos para asimilar aquello que nos hace sentir, emocionar, sonrojar. Mucho tiene que ver nuestra educación y formación desde la infancia. Otro tanto corresponde a nuestras experiencias vividas en momentos determinados. Seguramente también influye nuestra carga genética que define nuestra personalidad. Es impresionante la diversidad de pensamientos e ideas que se manifiestan entre estilos, que entiendo ubicamos, entre lo conservador y lo liberal. 

En lo personal, he aprendido que la propia naturaleza nos comparte cada día momentos y experiencias que nos llenan de emoción. En mi caso, el sonrojo es permanente y me acompaña siempre, así que ya no le doy tanta importancia. Abrir la mente y el corazón al conocimiento se convierte al paso de los años en frutos que se disfrutan como una dulce manzana sin dejar de reconocer que una escena como la de este gorrión, jamás dejará de emocionarme y sonrojarme como todos los personajes que participan en ella.

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